junio 29, 2008
junio 06, 2008
Orgullo Apícola II
Las protestas de apicultores son escasas y sus presiones para cambiar el panorama nulas. El sector no ha caído en la fuerza que tiene, o no se atreve a intentar nada pues siempre que la administración se ha metido por medio ha sido para controlar y limitar su actividad sin atajar la raíz del problema. Entre los apicultores en España la media de edad es alta y desconfían de los cambios, les basta con conocer a sus abejas.
Pero debemos exigir una renovación global del sector desde el nuevo conocimiento ecológico del planeta y el respeto a la abeja, que englobe a agricultores y propietarios de terrenos. Una mayor fluidez de la trashumancia (si la permite el precio del gasoil) liberándola de barreras y ordenándola racionalmente, libre acceso a montes públicos, la recuperación de especies vegetales melíferas (que parecen haber retrocedido ante las repoblaciones forestales de pinos). La eliminación de pesticidas y la renovación radical de los planes de defensa sanitaria apícola que deben dirigirse al verdadero problema, desconfiando de las farmacéuticas. Se han de eliminar organismos administrativos innecesarios y poner al frente de los estudios científicos a gente capacitada y entregada (queremos ver resultados) y aunque no guste oírlo se ha de contemplar la parte ecológica y evitar manipulaciones abusivas y contra natura en nuestros apiarios.
Para esto es necesaria una profunda transformación de todo el sector y muy especialmente del apicultor que tiene que apretarse el cinturón y ser el primero en dejar de ver la apicultura como otra actividad ganadera y a la abeja como una materia explotable.
La miel y derivados de la colmena han de dejar de ser la prioridad y la ayuda de Europa y las comunidades debe redirigirse a sufragar las grandes pérdidas ocasionadas (solo la comunidad valenciana da 5 millones de euros a los apicultores que en el 2000 llevaban sus colmenas al naranjo para alejarlos de él y mantener su "boca cerrada").
La abeja y su insustituible labor polinizadora son la nueva prioridad y de ello ha de vivir el apicultor, máxime cuando el precio de los alimentos básicos está por las nubes. Recordemos que es una labor social y prioritaria en la cadena alimenticia.
Pero debemos exigir una renovación global del sector desde el nuevo conocimiento ecológico del planeta y el respeto a la abeja, que englobe a agricultores y propietarios de terrenos. Una mayor fluidez de la trashumancia (si la permite el precio del gasoil) liberándola de barreras y ordenándola racionalmente, libre acceso a montes públicos, la recuperación de especies vegetales melíferas (que parecen haber retrocedido ante las repoblaciones forestales de pinos). La eliminación de pesticidas y la renovación radical de los planes de defensa sanitaria apícola que deben dirigirse al verdadero problema, desconfiando de las farmacéuticas. Se han de eliminar organismos administrativos innecesarios y poner al frente de los estudios científicos a gente capacitada y entregada (queremos ver resultados) y aunque no guste oírlo se ha de contemplar la parte ecológica y evitar manipulaciones abusivas y contra natura en nuestros apiarios.
Para esto es necesaria una profunda transformación de todo el sector y muy especialmente del apicultor que tiene que apretarse el cinturón y ser el primero en dejar de ver la apicultura como otra actividad ganadera y a la abeja como una materia explotable.
La miel y derivados de la colmena han de dejar de ser la prioridad y la ayuda de Europa y las comunidades debe redirigirse a sufragar las grandes pérdidas ocasionadas (solo la comunidad valenciana da 5 millones de euros a los apicultores que en el 2000 llevaban sus colmenas al naranjo para alejarlos de él y mantener su "boca cerrada").
La abeja y su insustituible labor polinizadora son la nueva prioridad y de ello ha de vivir el apicultor, máxime cuando el precio de los alimentos básicos está por las nubes. Recordemos que es una labor social y prioritaria en la cadena alimenticia.
junio 05, 2008
Orgullo Apícola I
Uno de los más bellos ejemplos de coevolución se da entre las flores y los polinizadores. Los antófilos son los insectos diseñados especialmente para la polinización, entre ellos la abeja y los abejorros responsables de entre un 60-95% de la polinización.
La presión humana y las enfermedades introducidas en gran parte por la importación de mieles, ha llevado a la desaparición de gran cantidad de polinizadores y la casi total desaparición de enjambre naturales de abejas, por lo cual esta labor polinizadora se lleva casi exclusivamente a cabo por las colmenas de los apicultores de cada zona. Y la conservación de la abeja queda en manos del apicultor.
Esta labor polinizadora se entiende como necesaria he insustituible hasta por los niños de primaria de cualquier parte del mundo y exige la protección de estos insectos polinizadores. Sin embargo este conocimiento no se traduce en medidas legislativas para proteger las colmenas ni promover el uso de polinizadores, por el contrario la apicultura se encuentra seriamente perjudicada por el uso indiscriminado de plaguicidas, transformación de terrenos rústicos y forestales y además en la Comunidad Valenciana por el decreto de la Pinyolà que permite "matar" con insecticidas los insectos que acuden a la flor de los cítricos, demostrando su ineptitud en cuanto a protección de medio ambiente. Desde este punto de vista la flamante web de la consellería de medio ambiente valenciana es puramente decorativa y su manifiesto que pone en boca de la sociedad valenciana una burla a la misma,
expone:
2. La necesidad de integrar el medio ambiente en todas las políticas y acciones relacionadas con el territorio.
8. El compromiso de aplicar y fomentar técnicas y diseños que mejoren y reduzcan los
impactos ambientales, especialmente en los sectores con mayor necesidad de renovación.
Burlonamente la Comunidad Valenciana es la región española que mas fondos europeos recibe para la protección del medio ambiente (que no se enteren los europeos de lo que se hace aquí con su dinero).
Para hacerse una idea de que el problema solo lo carga el apicultor pero las consecuencias llegan mucho más lejos, aportaremos en términos económicos (para el que no entienda los ecológicos) el estudio de Fernando Calatayud, Dr. en Ciencias Biológicas y Enrique Simó, Licenciado en Ciencias Biológicas y en Veterinaria, en el cual se basa esta entrada,
"que la actividad de los insectos polinizadores genera en la producción agraria valenciana unos 100.000 millones de pesetas(1999), aproximadamente el 36% del total. Una cifra muy significativa que no se puede obviar fácilmente.
En el caso de los cítricos, alrededor del 30% del valor se debe a la polinización cruzada.
El sector que más beneficios obtiene de la polinización cruzada es el de los frutales. Alrededor del 70% del valor económico generado. Aquí hay casos llamativos como el de las almendras, que sin insectos no producirían más allá del 10% de los valores normales.
...podemos estimar que la abeja de miel puede generar anualmente unos 80000 millones de pesetas en el sector agrario valenciano. Los productos derivados de la apicultura pueden suponer unos 2000-3000 millones anuales, por tanto, la polinización que llevan a cabo las abejas supera en 30-40 veces el valor de los productos apícolas. Este argumento es el de mayor peso a la hora de valorar la importancia de la apicultura pero, paradójicamente, todavía no se tiene en cuenta.
Estas cifras son similares a las que se ofrecen en otros estudios realizados en la Comunidad Europea o por organismos como la FAO, que pretenden resaltar la importancia de los polinizadores para la alimentación humana y medio ambiente."
El Apicultor carga a solas con esta tarea, ningún apoyo por parte de agricultores que parecen querer ignorar la base del ciclo de producción y abusan de plaguicidas, muy poca simpatía social (la abeja pica), cobro de tasa por colmena en muchos asentamientos (cuando se nos debería de pagar), presión por parte de la administración que no soluciona el problema (7 días de antelación para pedir la guia, obligación de pagar medicamentos concertados, libros de transporte,etc ..) También hay que decir que cuanto más rural es la zona mejor se ve nuestro trabajo y menos impedimentos se ponen.
Parece que ha salido un borrador sobre las ayudas a la polinización para el año que viene en la Comunidad Valenciana (para un máximo de 240 colmenas) cuando en casi todo el resto de comunidades llevan años. Una ayuda insignificante para los profesionales de la comunidad, pero por ahí van los tiros.
La apicultura no es una actividad en auge, más bien tiende a disminuir rápidamente y podemos fácilmente averiguar lo que se nos avecina.
La presión humana y las enfermedades introducidas en gran parte por la importación de mieles, ha llevado a la desaparición de gran cantidad de polinizadores y la casi total desaparición de enjambre naturales de abejas, por lo cual esta labor polinizadora se lleva casi exclusivamente a cabo por las colmenas de los apicultores de cada zona. Y la conservación de la abeja queda en manos del apicultor.
Esta labor polinizadora se entiende como necesaria he insustituible hasta por los niños de primaria de cualquier parte del mundo y exige la protección de estos insectos polinizadores. Sin embargo este conocimiento no se traduce en medidas legislativas para proteger las colmenas ni promover el uso de polinizadores, por el contrario la apicultura se encuentra seriamente perjudicada por el uso indiscriminado de plaguicidas, transformación de terrenos rústicos y forestales y además en la Comunidad Valenciana por el decreto de la Pinyolà que permite "matar" con insecticidas los insectos que acuden a la flor de los cítricos, demostrando su ineptitud en cuanto a protección de medio ambiente. Desde este punto de vista la flamante web de la consellería de medio ambiente valenciana es puramente decorativa y su manifiesto que pone en boca de la sociedad valenciana una burla a la misma,
expone:
2. La necesidad de integrar el medio ambiente en todas las políticas y acciones relacionadas con el territorio.
8. El compromiso de aplicar y fomentar técnicas y diseños que mejoren y reduzcan los
impactos ambientales, especialmente en los sectores con mayor necesidad de renovación.
Burlonamente la Comunidad Valenciana es la región española que mas fondos europeos recibe para la protección del medio ambiente (que no se enteren los europeos de lo que se hace aquí con su dinero).
Para hacerse una idea de que el problema solo lo carga el apicultor pero las consecuencias llegan mucho más lejos, aportaremos en términos económicos (para el que no entienda los ecológicos) el estudio de Fernando Calatayud, Dr. en Ciencias Biológicas y Enrique Simó, Licenciado en Ciencias Biológicas y en Veterinaria, en el cual se basa esta entrada,
"que la actividad de los insectos polinizadores genera en la producción agraria valenciana unos 100.000 millones de pesetas(1999), aproximadamente el 36% del total. Una cifra muy significativa que no se puede obviar fácilmente.
En el caso de los cítricos, alrededor del 30% del valor se debe a la polinización cruzada.
El sector que más beneficios obtiene de la polinización cruzada es el de los frutales. Alrededor del 70% del valor económico generado. Aquí hay casos llamativos como el de las almendras, que sin insectos no producirían más allá del 10% de los valores normales.
...podemos estimar que la abeja de miel puede generar anualmente unos 80000 millones de pesetas en el sector agrario valenciano. Los productos derivados de la apicultura pueden suponer unos 2000-3000 millones anuales, por tanto, la polinización que llevan a cabo las abejas supera en 30-40 veces el valor de los productos apícolas. Este argumento es el de mayor peso a la hora de valorar la importancia de la apicultura pero, paradójicamente, todavía no se tiene en cuenta.
Estas cifras son similares a las que se ofrecen en otros estudios realizados en la Comunidad Europea o por organismos como la FAO, que pretenden resaltar la importancia de los polinizadores para la alimentación humana y medio ambiente."
El Apicultor carga a solas con esta tarea, ningún apoyo por parte de agricultores que parecen querer ignorar la base del ciclo de producción y abusan de plaguicidas, muy poca simpatía social (la abeja pica), cobro de tasa por colmena en muchos asentamientos (cuando se nos debería de pagar), presión por parte de la administración que no soluciona el problema (7 días de antelación para pedir la guia, obligación de pagar medicamentos concertados, libros de transporte,etc ..) También hay que decir que cuanto más rural es la zona mejor se ve nuestro trabajo y menos impedimentos se ponen.
Parece que ha salido un borrador sobre las ayudas a la polinización para el año que viene en la Comunidad Valenciana (para un máximo de 240 colmenas) cuando en casi todo el resto de comunidades llevan años. Una ayuda insignificante para los profesionales de la comunidad, pero por ahí van los tiros.
La apicultura no es una actividad en auge, más bien tiende a disminuir rápidamente y podemos fácilmente averiguar lo que se nos avecina.
El Lenguaje universal de las Abejas.
Investigadores descubren que los insectos asiáticos pueden entender a los europeos
ELPAÍS.com - Madrid - 04/06/2008
El zoólogo austriaco Karl von Frish, Premio Nobel de Medicina 1973, descubrió la importancia de los bailes de las abejas. Ahora, un grupo de científicos han demostrado que estos movimientos pueden ser comprendidos por abejas de diferentes continentes, según ha publicado hoy el diario inglés The Guardian.
La noticia en otras webs
* webs en español
En el mundo, según el periódico, hay 9 especies de abejas que fueron separadas hace unos 30 millones de años, por lo que cada grupo ha desarrollado nuevas formas de comunicarse entre ellas. Los investigadores han encontrado que uno de los bailes más importantes es el meneo -donde se agitan continuamente de lado a lado mientras vuelan hacia delante-, con el que las abejas buscadoras avisan a las trabajadoras qué estan lejos y en qué dirección encontrarán una nueva fuente de néctar.
Científicos de Australia, Alemania y China han decidido investigar si este baile era una forma común de comunicación entre los insectos de diferentes continentes. Para ello, utilizaron panales de las dos especies con menos coincidencias, la europea y la asiática.
Con la ayuda de cámaras de alta velocidad, los investigadores pudieron estudiar los insectos en su hábitat natural. Así pudieron comprobar que algunos bailes diferían, pero usaban la misma técnica del meneo para señalar la dirección del alimento. Si las abejas volaban con la cabeza hacia arriba pedían a las trabajadoras volar hacia el sol. Si la posición de la cabeza era contraria significaba que el grupo debía volar en dirección opuesta al astro.
Lo que sí cambiaba era el baile para determinar la distancia de la comida. Según los científicos, los movimientos de ambas especies repiten el meneo en relación a la distancia a la que se encuentra el néctar. Para las abejas europeas, una danza de 1,5 segundos significa que la comida se encuentra a unos 600 metros, mientras que las asiáticas creían que la comida se encontraba a 400 metros de distancia.
Posteriormente, explica el Guardian, los científicos llevaron a cabo un experimento en la región de Da-Mei, en China. Allí instalaron seis puestos de alimentos con puestos de melaza a 400, 500 y 600 metros de distancia de los panales. Las grabaciones de vídeo muestran que cuando las buscadoras regresaban y bailaban, los trabajadores salían en busca del alimento.
"Al principio las asiáticas no llegaron al puesto, pero después dieron con el adecuado", asegura Jürgen Tautz, miembro del equipo de investigación de la Universidad de Würzburg, en Alemania. "La segunda vez, las abejas de Asia llegaron inmediatamente. Entendieron que con los bailes de las europeas la distancia era diferente, por lo que recalibraron la distancia que debían de volar", asegura el investigador. Los resultados del estudio pueden encontrarse en el semanario científico PLoS One.
La conclusión del grupo es que las abejas pueden llegar a entender los dialectos de las especies lejanas. Ahora los científicos se encuentran estudiando si las abejas europeas son tan buenas aprendiendo el lenguaje de las asiáticas
junio 03, 2008
Queramos o no parar el carro, el carro va a parar.
Sabemos que uno de los mejores termómetros ecológicos, es la abeja y resulta que ya lleva un tiempo marcando unas décimas de más.
La apicultura se encuentra aprisionada entre las enfermedades y disfunciones de la colmena, las importaciones de miel procedente de miles de kilómetros y el creciente aumento del precio del gasoil. Estos problemas no son únicos de la apicultura, son extensibles al resto de actividades agrícolas y ganaderas.
El pequeño apicultor desaparece o mantiene sus colmenas por pura afición. Los apicultores profesionales se ven obligados a manejar un gran número de colmenas de forma industrial desvirtuando el arte de la apicultura y creando un peligroso desequilibrio en las costumbres de la abeja que se encuentra sobrexplotada. Estamos usando nuestra supremacía sobre las demás especies de manera abusiva y demencial.
Cualquier mente pensante y más la del apicultor que debe vivir ligado a sus abejas y al ecosistema, se da cuenta que el sistema actual impuesto no funciona. Se esperan soluciones procedentes de la administración que lógicamente no van a llegar.
Muchos todavía no lo quieren ver y levanta llagas de indignación en muchos apicultores, pero la idea de crecimiento infinito en un planeta finito es infantil y no se puede sostener por más tiempo.
Queramos o no parar el carro, el carro va a parar. Es mejor prepararnos, el decrecimiento no es algo negativo, es parte de cualquier ciclo natural. Es necesario un cambio de valores. Tendremos que cambiar nuestro sueño de "tener más", quizá podamos dejar de ser esclavos del comercio de la miel y volver a ser apicultores, recuperar nuestra dignidad.
La apicultura se encuentra aprisionada entre las enfermedades y disfunciones de la colmena, las importaciones de miel procedente de miles de kilómetros y el creciente aumento del precio del gasoil. Estos problemas no son únicos de la apicultura, son extensibles al resto de actividades agrícolas y ganaderas.
El pequeño apicultor desaparece o mantiene sus colmenas por pura afición. Los apicultores profesionales se ven obligados a manejar un gran número de colmenas de forma industrial desvirtuando el arte de la apicultura y creando un peligroso desequilibrio en las costumbres de la abeja que se encuentra sobrexplotada. Estamos usando nuestra supremacía sobre las demás especies de manera abusiva y demencial.
Cualquier mente pensante y más la del apicultor que debe vivir ligado a sus abejas y al ecosistema, se da cuenta que el sistema actual impuesto no funciona. Se esperan soluciones procedentes de la administración que lógicamente no van a llegar.
Muchos todavía no lo quieren ver y levanta llagas de indignación en muchos apicultores, pero la idea de crecimiento infinito en un planeta finito es infantil y no se puede sostener por más tiempo.
Queramos o no parar el carro, el carro va a parar. Es mejor prepararnos, el decrecimiento no es algo negativo, es parte de cualquier ciclo natural. Es necesario un cambio de valores. Tendremos que cambiar nuestro sueño de "tener más", quizá podamos dejar de ser esclavos del comercio de la miel y volver a ser apicultores, recuperar nuestra dignidad.